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Qué tipo de mentes deberíamos desarrollar en el futuro

Jornada XIV Prosam  Osde- Agosto 2013 Hotel Sheraton Buenos Aires

por ANA PÉREZ PALMA

Recientes investigaciones han confirmado que el corazón comprende un sistema nervioso independiente basado en una compleja red de neurotransmisores, proteínas y células; en virtud de esta red, y ante ciertos estímulos, podría pasar a la acción independientemente del cerebro; también puede aprender, recordar e incluso percibir. A través del ritmo cardiaco y sus variaciones, el corazón envía información al cuerpo y al cerebro pudiendo inhibir o activar partes del mismo según las circunstancias, dado que las ondas cerebrales se sincronizan con estas variaciones. Vale mencionar que es el único órgano del cuerpo que posee esta propiedad.

Por otra parte nuevas mediciones revelaron que el campo magnético del corazón se extiende entre dos y cuatro metros alrededor del cuerpo, esto significa que cualquiera que esté dentro de ese perímetro recibe información energética contenida en nuestro corazón, y a su vez,  recepcionamos la que está contenida en el corazón de quienes nos rodean.

Hasta aquí los datos de la investigación. Ante estas revelaciones surge la pregunta inevitable acerca de lo que implica para el terapeuta la exposición a la emisión de energía emocional que irradian los pacientes cuando nos hacen depositarios de su miedo, su angustia, su ira, su desesperanza, su negativismo, su incertidumbre… a lo que debemos sumar el caudal de pensamientos y emociones propios del terapeuta ante los cambios en el tipo de demanda que se presentan en la terapéutica del siglo XXI.  Con qué herramientas se puede afrontar y enriquecer nuestro desempeño para atravesar las instancias que acabamos de mencionar?

El contacto y trabajo con colegas y otros profesionales que se desempeñan en el ámbito de la salud mental, nos motivó a presentar este trabajo dado el profundo interés y respeto que sentimos por la figura del terapeuta y más aún por la dimensión humana que ejerce el rol.

Consideramos con particular admiración que el desafío de ayudar a otros a superar sus dificultades anímicas requiere de un esfuerzo permanente que no sólo atraviesa la formación académica sino también la vocación, el cuerpo y la vida personal del terapeuta como quizás ninguna otra profesión lo haga.

Por eso pensamos que nos ayudaría cultivar nuevas capacidades para enfrentar desde la práctica de la psicoterapia los desafíos a los que nuestra sociedad se encamina.

Desde principios del milenio venimos viviendo enormes cambios, que llegan a empequeñecer los de épocas anteriores aún haciendo referencia solamente a los cambios en el terreno de la ciencia, la tecnología y su repercusión social en un mundo globalizado.

El mundo está cambiando de forma significativa, en consecuencia puede ser que algunas metas, capacidades o prácticas no sean ya las adecuadas, incluso, podrían ser contraproducentes. Estos cambios requieren nuevas formas y procesos y nuestras mentes deben ser modeladas y fortalecidas para identificar lo que exige este nuevo mundo, aún cuando sigamos creyendo en determinadas destrezas y valores.

La hegemonía de la ciencia y la tecnología crea nuevas demandas, debemos reflexionar de manera científica para poder pensar y participar en el mundo contemporáneo. De otra manera no podremos tomar decisiones sensatas acerca de los tratamientos adecuados frente a un conjunto de opciones.

Las opiniones formadas sobre temas controvertidos como, los avances en métodos conceptivos, familias ensambladas, paternidad de parejas de un mismo sexo, violencia de género, por solo mencionar algunos, presuponen tener cierta base.

Howard Gardner postula las cinco mentes del futuro: la mente disciplinada, la mente sintética, la mente creativa, la mente respetuosa y la mente ética

Los primeros tratan sobre modos cognitivos, mientras que las otras dos giran en torno a las relaciones interpersonales.

El primer tipo de mente a considerar es la mente disciplinada, es la que nos permite mejorar nuestras habilidades y nuestra comprensión. Tanto los psicólogos como profesionales de otras disciplinas la ejercitamos a través del ejercicio de la profesión, y esto requiere de años de práctica y dedicación.

Las personas solemos implementar en nuevas circunstancias  los hábitos y creencias que mejor conocemos no solamente porque  han sido útiles anteriormente sino porque los esquemas que fueron funcionales en algún momento no se pierden con facilidad así como las formas de actuar y pensar que los acompañan. Un profesional con una comprensión profunda puede pensar un tema o método de diversas maneras pero a la inversa, cuando puede conceptualizar el tema sólo de manera se encontrará con muchas limitaciones. No se domina una disciplina si se carece de agilidad conceptual. Pensamiento, emoción y acción se encuentran mucho más unidos que en épocas anteriores, de hecho son cada vez menos las profesiones en las que se puede progresar sin disponer de cierto grado de sofisticación en el ejercicio del pensamiento científico.

La formación disciplinar comprende la adquisición de nuevas habilidades y herramientas y el buen manejo de las mismas en la resolución de problemas.

Como contrapartida, los profesionales deben ser concientes de los límites de las disciplinas que dominan, saber cuándo es oportuno basarse en ellas, y cuándo es mejor matizarlas o dejarlas de lado. Y hacerlo extensivo a las que no dominan también.

Una mente disciplinada permite aceptar que ningún tema se puede dominar de forma completa y ser asertivos acerca de la capacidad de influencia que se consigue valiéndose de una disciplina, o, llegado el caso de múltiples disciplinas. “Los métodos tienen que ser herramientas, nunca cadenas.”

MENTE SINTÉTICA

Es la que nos permite recabar información de fuentes dispares y evaluarla con la mayor objetividad posible para que adquiera sentido para uno y para los demás. Esta capacidad cobra especial importancia en la actualidad, dado que la información se incrementa a ritmo vertiginoso y excede los límites del consultorio en un entorno dinámico y cambiante.

Se considera que la cantidad de saber acumulado se duplica cada dos o tres años. Murray Gell-Man, físico norteamericano, que en 1969 fue galardonado con el Premio Nobel, afirmó que las mentes más preciadas del siglo XXI iban a ser aquellas que supieran sintetizar bien. Sintetizar enormes cantidades de datos, información de inteligencia, enfoques, opiniones, tácticas. Los obstáculos en el camino de la síntesis son muchos, si a la mayoría ya nos resulta difícil pensar de forma sistemática en el marco de una sola disciplina académica, cuanto más difícil resulta dominar una serie de perspectivas y unirlas en una amalgama que nos sea útil. Pocos individuos y, menos aún instituciones tienen experiencia en inculcar habilidades de síntesis.

En un pasado remoto la mente sintética comprensiva parecía estar a nuestro alcance, el conocimiento se acumulaba de forma mucho más gradual. En el futuro deberemos aprender a sintetizar el conocimiento y ampliarlo de nuevas maneras con las que aún no estamos familiarizados.

La mente creativa se basa en la disciplina y la síntesis, y abre nuevos rumbos. Presenta ideas, plantea preguntas con las que no estamos familiarizados, nos desafía a nuevas formas de pensar yendo un paso adelante del que estamos plantados.

Los seres humanos tendemos a ser conservadores, inclinación que se opone a la innovación. Actualmente, cualquier innovación puede llegar a conocerse de forma casi instantánea en todo el mundo, accesible a todo aquel que quiera incorporarla, siempre que tenga las habilidades disciplinares, la capacidad de comprensión y la motivación necesaria. En el ámbito de la psicología, la manera de considerar la creatividad tendió a seguir con un retraso de medio siglo el modo de considerar la inteligencia. Hasta fecha reciente muchos psicólogos consideraban la creatividad como un rasgo característico de determinados individuos y que podía ser medible.

Una mente creativa no se satisface con los criterios dominantes, con las preguntas vigentes y las respuestas que se dan en el presente. Emprende su trabajo siguiendo caminos que no le resultan previamente conocidos. Ser creativos en nuestra profesión implica utilizar las disciplinas incorporadas a través del estudio pero también a través de nuestra experiencia y sintetizar el conocimiento que ambas instancias nos proveen para crear, junto al paciente, un camino de reflexión tal vez diferente al utilizado hasta el momento.

MENTE RESPETUOSA:

Cuando hablamos de respeto hablamos  de nosotros y también de los demás. A través del respeto buscamos  la manera de marcar los límites entre que hacer y no hacer.

Es la base de la convivencia con los demás, lo que nos permite entender el concepto de “pluralidad”, o sea la coexistencia de las diferencias. De no ser así, surge la intolerancia que es la actitud que adoptamos cuando alguien no actúa, no piensa, no vive o no cree aquello en lo que nosotros creemos.

Es reflexionar acerca de la naturaleza y las necesidades de la sociedad en la que vivimos. Mediante el respeto damos propósito al quehacer trascendiendo, muchas veces los intereses personales.

Hasta donde alcanzo a ver y a falta de píldoras para la paz o de una extirpación generalizada de aquellos núcleos cerebrales o genes que sustentan las conductas agresivas, la única vía para progresar está en la educación y el respeto concebido de forma general.

Una mente respetuosa observa y acepta las diferencias, tratando de entender y comprender para poder trabajar con esas personas o grupos diferentes.

Para finalizar mencionaremos la mente ética  Entendiendo por ética el estudio del bien y el mal en relación al comportamiento humano, y el conjunto de normas que regulan las relaciones entre humanos, podemos pensar que las amenazas más importantes que acechan el aspecto ético del trabajo terapéutico son planteadas por las tendencias generales de la sociedad.

El desafío del futuro será poder adoptar una actitud de comprensión y respeto equilibradamente crítiosa de los valores distintos a los propios y de los valores o la ausencia de los mismos que nos transmite.

En ese sentido sería más fácil disponer de una mente ética si el entorno planteara valores más estables y uniformes, pero la posmodernidad y el siglo 21 se caracterizan justamente por la aceptación de la multiplicidad de miradas y la posibilidad de cambio permanente.

Dice Jean-Baptiste Moliere: “Somos responsables no solo de lo que  hacemos, sino también de lo que no hacemos”

Designamos con la palabra “ética” el comportamiento, la conducta y el actuar de hombre instancia desde la cual formulamos principios y criterios acerca de cómo debemos comportarnos y hacia dónde debemos dirigir nuestra acción.

Nos gustaría dejar a modo de reflexión final una frase del filósofo Peter Singer que, consideramos, resume estos aspectos que hemos ido recorriendo en nuestra charla.

“Si buscamos un objetivo más amplio que los intereses que consideramos como propios, algo que nos permita considerar que nuestras vidas tienen una importancia que rebasa los estrechos límites de nuestros estados de conciencia, una solución evidente consiste en adoptar el punto de vista ético. La perspectiva ética nos exige superar nuestro punto de vista personal y adoptar el punto de vista de un espectador imparcial. De ahí que considerar las cosas desde un punto de vista ético sea un modo de trascender nuestras preocupaciones interiores e identificarnos con el punto de vista más objetivo posible, o, como Sidgwick lo expresa, el punto de vista del Universo”